Rosa Luxemburgo «Yo fui, yo soy y yo seré»

Cuando:
05/03/2021 todo el día
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Quien no se mueve no siente el peso de las cadenas

Nace el 5 de marzo de 1871 en Zamosc, en Polonia. Poseía al mismo tiempo una gran sensibilidad por los animales y la naturaleza, por toda la vida que la rodeaba, algo que se puede descubrir en la nutrida correspondencia que dirigió durante años a amigos desde diferentes prisiones y lugares donde residió.

Siempre despertó polémica, en vida concentró el odio de los poderosos y de los reformistas en las filas del SPD. Tras su muerte, su legado fue atacado por socialdemócratas y estalinistas, porque representaba un espíritu indomable.

Como mujer, rompió todos los esquemas de la época: Doctora en Ciencias Políticas, nunca se casó -en realidad se casó formalmente una vez solo para poder obtener la ciudadanía alemana-, tuvo numerosos amantes, se convirtió en dirigente del movimiento socialista internacional y no se doblegó ante nada.

Con tan solo 15 años inicia su militancia revolucionaria en Polonia, durante su etapa escolar. Después de dos años de agitar ente los estudiantes consignas revolucionarias, el nombre de la pequeña Rozalia ya es frecuente entre los informantes policiales, por lo que escapa de forma clandestina a Zúrich, donde se concentra gran parte del exilio ruso y polaco. Allí conocerá a los popes del socialismo internacional, como Plejanov, y comienza su intensa relación personal y política con Leo Jogiches, joven socialista lituano con grandes capacidades de organizador entre los obreros.

Otro momento destacado de su biografía son los años que siguen al estallido de la guerra, dedicados a agitar entre los trabajadores la necesidad de movilizarse contra la barbarie imperialista de la Primera Guerra Mundial. Rosa emprende, junto a Mehring, Clara Zetkin y Liebknecht, un combate internacionalista contra la traición de la socialdemocracia alemana que aprueba los créditos para la guerra el 4 de agosto de 1914.

La revolución es magnífica… Todo lo demás es un disparate

La frase pertenece a una carta de Rosa dirigida a Emmanuel y Matilde Wurm, en 1906. En 1917, la revolución rusa encontró nuevamente en ella una firme defensora que intentó transmitir a la clase trabajadora alemana toda esa experiencia. Para Rosa, a pesar de las diferencias expresadas en algunos trabajos, los bolcheviques tenían el mérito histórico de haberse atrevido a mostrar un camino para el socialismo internacional.

Su profunda amistad con Clara Zetkin, organizadora del movimiento de mujeres socialistas, la acompañó toda su vida. Aunque nunca aceptó la propuesta de la dirección del SPD de dedicarse exclusivamente a la cuestión femenina, escribió sobre las mujeres trabajadoras y apoyó firmemente el trabajo feminista socialista de Clara. Su rebelión contra los mandatos patriarcales se mostró tanto en su vida personal como en su actividad política, en un mundo donde los hombres reinaban también dentro de los partidos socialistas.

El 15 de enero de 1919, por la noche, durante la insurrección alemana, Rosa  Luxemburgo y Karl Liebknecht son arrestados y trasladados a una de las sedes de los Freikorps. Según una testigo presencial, Rosa es golpeada brutalmente. Tiene 47 años.

La obligan a salir por la puerta, un soldado le parte el cráneo con el culatazo de su rifle. Un tiro remata el crimen, como ya habían hecho con Leibknecht. El cuerpo sin vida de Rosa es lanzado al río, donde permanece durante meses, en la más profunda oscuridad. Poco después es asesinado Jogiches.

La responsabilidad política de la socialdemocracia reformista en el crimen de Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht está fuera de toda duda. Los líderes de la revolución alemana cayeron asesinados, pero su nombre vivirá por siempre en la historia del movimiento obrero internacional.

Decidida, coherente, firme y leal, Rosa fue una verdadera feminista revolucionaria: si no en la teoría, que dedicó a la lucha por los trabajadores, sí, desde luego, en su vida. Nunca calló, nunca se rindió, no ocultó ni su amor por la vida, ni su odio a la guerra…. Su lucha fue también contra el patriarcado.

Estas fueron sus últimas palabras

El liderazgo ha fallado. Incluso así, el liderazgo puede y debe ser regenerado desde las masas. Las masas son el elemento decisivo, ellas son el pilar sobre el que se construirá la victoria final de la revolución. Las masas estuvieron a la altura; ellas han convertido esta derrota en una de las derrotas históricas que serán el orgullo y la fuerza del socialismo internacional. Y esto es por lo que la victoria futura surgirá de esta derrota.

‘¡El orden reina en Berlín!’ ¡Estúpidos secuaces! Vuestro «orden» está construido sobre la arena. Mañana la revolución se levantará vibrante y anunciará con su fanfarria, para terror vuestro: ¡Yo fui, yo soy, y yo seré!