Aquelarre electoral

No sabemos quién ganará este domingo, lo que sí sabemos es que perderemos las mujeres.

Entre los partidos mayoritarios y con opciones de gobierno no hay ni una sola mujer candidata a la presidencia del gobierno, ni un solo proyecto verdaderamente feminista.

Hemos visto debates cargados de testosterona y oído muchas, muchas falacias, pero ningún programa que de verdad plantee las reivindicaciones necesarias para cambiar la situación de las mujeres. Y mientras ellos se preparaban para representar su papel ante las cámaras, dónde estaban las mujeres: limpiando el plató y maquillando a sus señorías. Como siempre.

Ante el miedo de perder votos, todos dicen defender a las mujeres, repiten consignas mal aprendidas y ponen en boca de alguna mujer de sus filas palabras que no irriten, verdades a medias y mucha manipulación.

Ante el miedo de que una derecha extrema gobierne, todos justifican la necesidad de un voto «progresista», aluden a victorias pasadas, sin recordar que fueron mujeres movilizadas de sus formaciones las que, junto a otras compañeras, las impulsaron y defendieron, incluso frente a la oposición de sus propios partidos.

Da mucha grima oír a cinco hombres (cuatro candidatos y un presentador), en esa televisión pública que pagamos todas y todos, hablar de aborto, familia, libertad de elección y consentimiento. Sobre todo porque conocemos las cifras y los datos y porque sabemos que han tenido demasiadas ocasiones para cambiar las cosas, para aplicar medidas realmente justas, y no lo han hecho. Cada año más de cien hombres matan a mujeres; cada día manadas, condenados en permisos carcelarios, parientes, vecinos… violan y agreden a mujeres y menores; la pobreza energética, los desahucios, la feminización de los trabajos más precarios, las dobles jornadas, las mujeres migradas obligadas a esclavizarse en hogares ricos por una miseria de sueldo sin derechos; la sumisión a esa entidad privada que es la iglesia católica que maneja el destino y la formación de menores, mujeres acogidas y mayores, en ese lucrativo negocio que suponen los conciertos y que nadie se atreve a denunciar… Nada de esto ha mejorado con la supuesta salida de la crisis, porque las mujeres sin poder, pero con dobles y triples jornadas, siempre son las últimas en las que se piensa.

Indigna que ahora nos pidan el voto sin ni siquiera defender (no decimos tener la intención de cumplir) las propuestas que las feministas de la clase trabajadora llevamos tanto tiempo demandando y que esperamos ver reflejadas en un programa primero y aplicadas sin reservas después.

Por eso, las feministas en lucha exigimos que se reconozca la situación real de las mujeres defendiendo, de una vez por todas, la eliminación de la brecha salarial, la equiparación de pensiones, la creación de una red pública y universal de centros para atención y cuidados de personas dependientes, la prohibición de todo comercio con el cuerpo de las mujeres, la eliminación de las violencias machistas aplicando todas las acciones positivas necesarias, la derogación de las leyes de conducta y educativa, ideológicamente represivas y adocenantes; la denuncia del concordato con el Vaticano y el fin de los conciertos educativos y sociales. Todo aquello, en fin, que sienta las bases de un futuro de justicia para todos y todas.

Porque defender un programa feminista es defender los intereses de las personas más necesitadas, las olvidadas, las oprimidas, las explotadas.

Por eso las mujeres que salimos a la calle el 25 de abril, hablaremos el domingo y seguiremos en la lucha el lunes siguiente.

3 comentarios

  1. Qué bueno¡ Cómo os lo pasaís¡ Me hubiera gustado estar ahí¡ Sois estupendas.Bendigo vuestro Aquelarre que nos salva.Un beso. Ateísmo y República Feminista, siempre¡

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