25E Contra la precarización.- Hacia la huelga feminista

Apenas han pasado las Navidades con su vorágine consumista y ya nos encontramos inmersas en las rebajas de enero. Según un estudio elaborado por la consultora Nielsen llamado «estudio global de confianza de los consumidores», rimbombante nombrecito, en España estas navidades hemos sido más optimistas a la hora de lanzarnos a comprar que el año pasado…curioso.

Otro informe de Aprocom (Asociación de Comerciantes y Servicios) nos dice que las ventas en Andalucía han seguido en descenso este año, en concreto un 4% con respecto a la Navidad pasada. La culpa de este descenso se achaca entre otras cosas a las compras por internet, inestabilidad política (léase Cataluña), las bajas temperaturas, bla bla bla, bla bla bla, bla bla bla… Lo cierto es que seguimos oyendo la misma frase desde hace ya más de 10 años «mucha gente en las calles y poca en las tiendas».

Pero lo verdaderamente curioso llega cuando desde el gobierno, una vez más, repiten como un mantra que hemos vuelto a crecer, concretamente este año algo más del 3% según estas mismas fuentes oficiales nuestro PIB ha vuelto a ser el de antes de la crisis en el 2007.

Al parecer este aumento se debe entre otras cosas al crecimiento del turismo que «robamos» a países con una mayor inestabilidad y amenazas de terrorismo, un 39% y al incremento de las exportaciones. Pero a nosotras no nos salen las cuentas, la economía real es otra.

Cada vez hay más personas en riesgo de exclusión, cada vez hay más gente sin una vivienda digna, cada vez más niñxs necesitan del comedor escolar para tener al menos una comida en condiciones, cada vez somos más pobres y las guerras de cifras de nada nos sirven.

Cuando el gobierno habla de reducción de desempleo los sindicatos advierten de la precariedad, precariedad que se hace aún más evidente en fechas como Navidad y rebajas.  Pero siguiendo con las cifras más del 90% de los contratos del año pasado fueron temporales con sueldos que pueden llegar a ser hasta un 30% más bajo que el de las compañeras y compañeros fijos, debido sobre todo al fenómeno cada vez más extendido de contratas y subcontratas. Seis de cada diez jóvenes de menos de 30 años trabaja en estas condiciones y la mayoría lo hacen tan sólo unos meses e incluso como en estas fechas tan sólo unas semanas.

Al Gobierno de Rajoy lo único que le interesa es aumentar las cifras de creación de empleo por encima de cualquier otra cosa, por eso nosotras no entraremos en ese juego aunque bien podríamos contraatacar con otro montón de cifras porcentajes y demás valores utilizados en macroeconomía.

A nosotras lo que nos interesa es la realidad y esta no es otra que en este país la mayoría de la población nos acercamos cada vez más, y de manera alarmante, a situaciones parecidas a esas que nos contaban nuestras madres y abuelas, volvemos a ser trabajadoras y trabajadores pobres. Se nos vienen a la cabeza algunos dichos populares como «pasas más hambre que el perro de un barbero» o más pobre que un maestro de escuela».

Lamentablemente parece que estamos abocadas a repetir la historia, con el agravante de que no deja de crecer la desigualdad y que a la vez que nosotras nos empobrecemos, las grandes firmas los grandes bancos, las multinacionales, no dejan de incrementar sus beneficios y crece el número de multimillonarios hasta un 55% en los últimos 4 años.

La respuesta al incremento brutal de tanta desigualdad nosotras la sabemos y en estos días se hace mucho más palpable. El sistema nos aboca a trabajar cada vez más y a cobrar cada vez menos, aumentando de este modo los beneficios empresariales. Esa es la única regla de tres que hace posible todos estos datos.

Esta realidad una vez más se ceba sobre nosotras las mujeres, la tasa de temporalidad en España ha crecido hasta un 27%, pero sin embargo hasta el 80% de los contratos firmados por mujeres han sido temporales.

Temporalidad, jornadas parciales e inestabilidad, son el cóctel perfecto para presionar a la baja los salarios. A los empresarios sobre todo del sector servicios -donde más se concentran las mujeres- esto evidentemente les beneficia, la externalización también incide en esta precariedad ya que libra a las empresas de trabajadoras contratadas directamente y de convenios colectivos, con él detrimento de derechos laborales que esto conlleva.

Estas navidades todas hemos visto a hordas de jóvenes en volviendo robóticamente paquetes en grandes superficies, doblando montañas de ropa una y otra vez, fregando baños llenos de gente, atendiendo barras y mesas en cafeterías y restaurantes de grandes franquicias.

Si no alguna de nosotras mismas, seguro que todas tenemos alguna hija, hermana o sobrina, que se ha visto obligada a coger alguno de estos empleos eventuales, algunas de ellas incluso con carreras y master incluido en algo que nada o poco tiene que ver con este tipo trabajos. Todas habrán tenido que firmar contratos de no más de 20 horas semanales para luego trabajar realmente más de 40 o 50.

Y luego está la encadenación de contratos de forma fraudulenta, que apenas supone penalización alguna para los empresarios. La multa para el fraude de ley de un contrato son 600 €, la multa por 100 contratos en fraude de ley también son 600 €. Es fácil entender que al empresario le compense.

También está la feminización de los trabajos, es decir cuando un trabajo pasa a ser realizado mayoritariamente por mujeres. Sistemáticamente empeoran las condiciones laborales y de estatus y los salarios bajan. Todo esto no hace sino aumentar la brecha salarial y cuando la población en general empobrece, nosotras empobrecemos aún más.

Nos encontramos con una generación de mujeres jóvenes que no aspiran más que a trabajar por temporadas, a cobrar medios sueldos, con los que la tan ansiada independencia se hace cada vez más difícil.

Y nosotras nos preguntamos ante todo esto ¿qué hacen los sindicatos? Pues poco menos que se limitan a lanzar campañas informativas cómo está de «en el trabajo que no te obliguen a hacer el animal» en la que se denuncia el incremento de la siniestralidad laboral y de las enfermedades derivadas de trabajar en condiciones extremas y a ritmos de sobreesfuerzo muscular, óseo y psicológico.

Aparte de esto poco más, si bien es cierto que tanta precariedad, favorece la desinformación y la falta de afiliación, también lo es que la pasividad con la que las burocracias sindicales se enfrentan al gobierno y patronal en las últimas décadas, tampoco ayudan lo más mínimo, haciendo que desde los centros de trabajo dónde hay comités de empresa o representantes sindicales «peleonas y peleones», la mayoría de las veces luchemos sin el respaldo de dichas direcciones, ya sean provinciales , autonómicas y mucho menos estatales.

Es por esto que nosotras desde FELMA, tanto hoy 25 de enero, como el próximo 25 de febrero lo queremos dedicar a denunciar la precariedad laboral a la que millones de mujeres nos vemos sometidas no solo aquí, sino en todo el mundo y hacemos un llamamiento a todos los sindicatos, especialmente a los mayoritarios, a convocar para el 8 de marzo HUELGA GENERAL FEMINISTA.

Les llamamos a que cambien el chip a que no tengan miedo a que no salgan los números. Vivimos tiempos muy difíciles para los que hay que buscar soluciones reales y efectivas.  Por eso nosotras llamamos no solo a una huelga laboral y estudiantil, sino a una huelga también de cuidados y de consumo.

Esta situación se hace ya insostenible y el deber de las y los representantes de los sindicatos de clase es llamar a la movilización.

Contra la precarización, contra las sobrecargas familiares,
Contra la explotación capitalista y patriarcal, por la sostenibilidad, por la igualdad, este 8 de marzo, todas a la huelga.

¡Caminemos hacia la huelga general! Paremos la producción, paremos los hogares. Si no somos importantes que intenten sobrevivir sin nosotras.

¡SI NOSOTRAS PARAMOS, SE PARA EL MUNDO!

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