Quiero al hombre como compañero; pero su cetro, real o usurpado, no se extiende hasta mí, a no ser que la razón de un individuo reclame mi homenaje; e incluso entonces la sumisión esa la razón y no al hombre. De hecho, la conducta de un ser responsable debe regularse por las operaciones de su propia razón, si no ¿sobre qué cimientos descansa el trono de Dios?
Me parece necesario extenderme en estas verdades obvias, ya que las mujeres han sido aisladas, por así decirlo.
Y cuando se las ha despojado de las virtudes que visten a la humanidad, se las ha engalanado con gracias artificiales que les posibilitan ejercer una breve tiranía. Como el amor ocupa en su pecho el lugar de toda pasión más noble, su única ambición es ser hermosa para suscitar emociones en vez de inspirar respeto; y este deseo innoble, igual que el servilismo en las monarquías absolutas, destruye toda fortaleza de carácter. La libertad es la madre de la virtud y si por su misma constitución las mujeres son esclavas y no se les permite respirar el aire vigoroso de la libertad, deben languidecer por siempre y ser consideradas como exóticas y hermosas imperfecciones de la naturaleza…
Así empieza esta obra fundamental para el feminismo «Vindicación de los derechos de las mujeres», donde Mary Wollstonecraft plantea la igualdad entre hombres y mujeres en 1792. Se desconoce fecha publicación exacta, pero el 8 de Marzo es un buen día para hablar de la reiVINDACIÓN DE LOS DERECHOS DE LAS MUJERES.
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