25M: Contra la violencia judicial hacia las mujeres

Mucho se ha hablado en estos meses de un posible renacer del movimiento feminista, de la fuerza que ha traído consigo, de la juventud que se levanta exigiendo igualdad, justicia, respeto y libertad. Más aún después de que la caverna y sus voceros asistiesen atónitos a la ocupación de las calles por parte de centenares de miles de mujeres (y muchos hombres también) en la jornada del 8M y tras la irracional e infame sentencia de la manada.

Las feministas no nos habíamos ido, no estábamos dormidas. Esos machistas aposentados en el poder político, mediático y judicial, no querían vernos. Pero estábamos ahí, organizándonos. Tras el ímpetu y el vigor que trajo el 8 de marzo, las mujeres llegamos a la lectura de la sentencia fortalecidas, sin miedo, y así reaccionamos ante el ataque -una vez más- de un sistema judicial diseñado para mantener a las mujeres sometidas, silenciadas e invisibles.
Un sistema judicial que hunde sus raíces en lo más rancio de la etapa franquista, en la sociedad que promovió y en las estructuras de poder que se mantuvieron tras la llamada Transición. Todas sabemos que a pesar del inevitable lavado de cara de los poderes públicos para hacer creíble el tan loado advenimiento de la democracia, todo siguió igual: las mismas familias seguían mandando con la bendición de los mismos dioses. Y si algo se escapaba al mandato capitalista y patriarcal, ahí estaba el «independiente» y gremial sistema judicial con su linaje de jueces clasistas para atarlo todo bien.

Hoy sabemos que no hay justicia, hay jueces. Jueces que son como dios: todopoderosos (falta saber si son omniscientes y ubicuos también, única razón que explicaría el aplomo con que dictan algunos sus sentencias y votos particulares), seguramente porque además se creen investidos de poder divino, por eso algunos, cuando se jubilan, entregan su bastón de mando a la «Virgen» de turno. De ese modo pueden decir: misión cumplida. Así dirán tras culminar su trayectoria, así han debido decir estos magistrados y magistrada, una vez dictada la sentencia que condena a una mujer (inocente, violada, que se atrevió a denunciar a sus agresores) a la más absoluta indefensión. Y por eso otros, que se creen y se autodenominan progresistas, pueden censurar las manifestaciones de indignación que juristas y no juristas, entendidxs o gente corriente, han expresado estos días frente al insulto que ha supuesto la burda sentencia de la manada. Ante el ataque a uno de los suyos, todos reaccionan como un clan, no hay fisuras, un juez no se cuestiona. Como si no fuera un servidor público, como si no pudiera equivocarse y, por tanto, tener que soportar las mismas críticas que cualquier ejecutor de un poder del estado.

Sí, por supuesto que se trata de la cultura machista, claro que es la falta de educación feminista de todos los estamentos, pero es sobre todo el sistema que nos domina el que, con todas las herramientas a su alcance, mantiene y promueve este orden patriarcal, machista, mercantilista, que el poder judicial legitima y el poder religioso bendice.

Este 25 de mayo en FELMA denunciamos la violencia contra las mujeres que se ejerce desde la acción judicial, violencia que se suma a todas las que tenemos que soportar por nuestra condición femenina. Estamos hartas de que se nos ponga en duda, de sentir miedo, hartas de que se nos considere objeto de placer al servicio de los machos, de que se nos mercantilice, de que no se cuestione la sexualidad de este tipo de hombres que humillan, cosifican y violentan a las mujeres. Solo puede haber abuso donde hay uso y no puede haber uso de una persona por parte de otra.

Estamos hartas de justicia machista. Es hora de que reivindiquemos juntas nuestras exigencias. Demandemos un sistema judicial verdaderamente democrático, paritario, sin tribunales obsoletos y manipuladores, con profesionales que se sientan de verdad servidores del pueblo y no sus guardianes, que sirvan a unas leyes feministas con perspectiva de género, que reciban y aprovechen toda la educación afectivosexual necesaria, con la dotación presupuestaria acorde con el fin que persigue: erradicar toda forma de violencia hacia nosotras basada en el poder patriarcal. Reclamemos, en fin, la extinción de este caduco sistema judicial.

Compañeras, compañeros: unamos nuestra lucha para acabar con este orden.
No son dioses, son personas, no mandan, obedecen. Y si se equivocan, son responsables.

Nosotras somos más y estamos ya muy hartas.

SOMOS MUCHAS
MUJER: ORGANÍZATE Y LUCHA!!

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