Mentirosas, malcasadas: las mujeres y la poesía en la EMT

El jueves pasado cogí el autobús como cada mañana para ir al trabajo. Eran apenas las 7:30 y me sorprendió gratamente ver un pequeño libro en cada asiento vacío. Un detalle -pensé- de la empresa de autobuses malagueña para alegrar los madrugones de las usuarias y usuarios con un poco de poesía.

El título del librito («La mentirosa y otros poemas«, de Luis Alberto de Cuenca) no me sonaba de nada, pero el término mentirosa me hizo torcer un poco la boca. Una no puede evitar ya un cierto recelo cuando un tópico infinitas veces aplicado a las mujeres en general, se toma como título de un poema. No obstante, pensé que podría haber sido usado por el autor precisamente para rebatir el mito.

Leí el poema, primero de la selección:

Tienes hora para ir al ginecólogo,
te duele la cabeza, te ha sentado
algo mal o preparas un examen,
es el santo de Marta, los gemelos
se aburren sin salir o Macarena
te ha invitado a bañarte en su piscina…
!Qué mal mientes, amor! Si no te gusto,
dímelo. Pensaré en un buen suicidio.
Pero si quieres verme, y tus excusas
no son más que un vulgar afrodisíaco
para que se mantenga mi deseo,
invéntate otros juegos, vida mía,
que el premio del engaño es el olvido.

Una mujer inventando variadas excusas muy «femeninas» todas: dolor de cabeza (¿cómo no?), amigas, especialista…¿no podría tener que trabajar, lavar el coche o llevarlo al taller? Y para colmo, podría haber inventando estas mentiras ¡para mantener el deseo de él! Una vez más la idea de la mujer que dice «no» cuando quiere decir «sí». Peligroso tópico que justifica y oculta verdaderas agresiones físicas.

El segundo poema se llama «La malcasada». Vuelvo a temerme lo peor y otra vez acierto. Os dejo solo los últimos versos:

píntate más, alisa tus arrugas
y ponte ropa sexy, no seas tonta
que a lo mejor Juan Luis vuelve a mimarte,
y tus hijos se van a un campamento,
y tus padres se mueren

Pero el más terrible, sin duda, es el titulado «Crimen pasional»:

Ella dijo, después de mil besos y abrazos:
«Soy tan feliz que quiero que el tiempo se detenga».
Y él respondió: «No sufras, ya inventaré la fórmula
de que el tiempo no pase para ti», Y la miraba
con los ojos nublados por la melancolía.
Y entonces ella dijo: «Si logras detenerlo,
que no vaya a dolerme y, sobre todo, que haga
juego con mi vestido».

¿De verdad que no vieron quienes seleccionaron estos poemas la evidente analogía entre este llamado «crimen pasional», demandado frívolamente además por la propia mujer, y cualquiera de los muchos asesinatos machistas que arrancan la vida de tantas mujeres?

Miré a mi alrededor y pude ver que, como casi todas las mañanas, había bastantes más mujeres que hombres en el bus. Es algo que he comprobado después de muchos viajes: salvo los días de lluvia, las mujeres son mayoría en este transporte público y en las líneas por las que yo transito. No sé si la empresa tendrá estadísticas en este sentido, pero si así fuera y resultaran ciertas mis sospechas, el ayuntamiento de Málaga, junto con la EMT y quienes hayan dirigido esta iniciativa de «Libros sobre ruedas», deberían tenerlo en cuenta y, aunque solo fuera por ese motivo, aunque no pensaran en el flaco favor que esos versos hacen a la lucha por la igualdad entre mujeres y hombres, ni en la falsa imagen de las mujeres que se transmite en ellos, deberían haber evitado esa selección, haber optado por una autora de las muchas que escriben sobre mujeres de otra manera, o simplemente escoger otros poemas de la inmensa obra del ex Secretario de Estado de Cultura, si es que había de ser él el elegido.

Por unas lecturas mas femeninas y feministas. Por favor.

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