Y tras Barcelona qué?

Tras los atentados de Barcelona se han recrudecido actitudes racistas en nuestra sociedad. Solo hay que ver las redes sociales o leer las noticias en prensa, y seguir con los comentarios posteriores. Asco, miedo, dolor y rabia se mezclan en mi ánimo si consigo no vomitar. Ya no leo, me pongo orejeras (si eso es posible) para no ver, para no escuchar.

Mi compañera Rocío de FELMA, dejó en su muro de facebook una historia que le había sucedido al ir a visitar a una amiga. De este hecho se hizo eco la SER.

Es terrible tener que andar demostrando que eres una persona digna de confianza, que eres una persona de paz. Ya hay muchos voceros que dicen que los inmigrantes nos quitan, que a los inmigrantes les dan… El discurso es muy simple y se desmonta de una manera más simple aún, pero no voy a hablar de eso.

España ha sido un país de inmigrantes. Los hubo que fueron buscando oportunidades de una vida mejor, también los que se fueron huyendo de bombas y los que escapaban de una dictadura. Eso fue hace muy poquito. Es parte de nuestro pasado más reciente. Y España es ahora un país donde nuestras hijas e hijos, vecinas y vecinos, hermanas y hermanos, se están yendo para escapar de una crisis voraz.

Entonces qué diferencia hay entre ellxs y nosotrxs? Qué diferencia entre los que escapan de Libia, Afganistán, Sierra Leona, Siria… o nosotrxs? NINGUNA. Pregunta a cualquiera de ellas o ellos y descubrirás que compartimos ambiciones, motivaciones, deseos… siempre son los mismos. Que los miedos son los mismos.

Ahora le añadimos a esta mierda, que los inmigrantes nos matan.

A nadie se le ocurrió pensar cuando ETA asesinaba en este país, que toda la población vasca era terrorista, solo por el hecho de haber nacido allí. Por qué no usamos igual razonamiento para los musulmanes. El hecho de practicar una religión, no te puede convertir en terrorista. Por el color de la piel, por el país de procedencia, se presuponen los explosivos?

Además no perdamos la perspectiva, ellxs también son víctimas de este terror, de hecho son los más afectados.

El mapa del terror yihadista 10.328 víctimas y 939 atentados en 2017
El 95% de las víctimas que el Daesh acarrea a sus espaldas proceden de países musulmanes (ver)

Me ha llegado también a través de facebook este poema de Warsan Shire. Es una poeta nacida en Kenia en 1998 y emigrada a la edad de un año a Gran Bretaña. Feminista, activista e inmigrante. Su poesía es descarnada, desgarradora y tierna a la vez. Escribe sobre quien no tiene raíces, sobre la barbarie, sobre ser mujer, sobre el dolor. En 2009, visitó la embajada de Somalia en Roma, abandonada  y ocupada por un grupo de jóvenes refugiados. Este hecho inspiró «Home» (Hogar) poema escrito para los refugiados que conoció allí, para su familia y para todo aquel que haya sufrido la pérdida de sus derechos en la búsqueda de ellos.

HOGAR

Nadie abandona su hogar a menos que su hogar sea la boca de un tiburón.
Sólo corres hacia la frontera cuando ves que toda la ciudad también lo hace.
Tus vecinos corriendo más deprisa que tú. Con aliento de sangre en sus gargantas.
El niño con el que fuiste a la escuela, que te besó hasta el vértigo detrás de la fábrica, sostiene un arma más grande que su cuerpo.
Sólo abandonas tu hogar cuando tu hogar no te permite quedarte.
Nadie deja su hogar a menos que su hogar le persiga.
Fuego bajo los pies, sangre hirviendo en el vientre.
Jamás pensaste en hacer algo así, hasta que sentiste el hierro ardiente amenazar tu cuello.
Pero incluso entonces cargaste con el himno bajo tu aliento,
rompiste tu pasaporte en los lavabos del aeropuerto,
sollozando mientras cada pedazo de papel te hacía ver que jamás volverías.
Tienes que entender que nadie sube a sus hijos a una patera
a menos que el agua sea más segura que la tierra.
Nadie abrasa las palmas de sus manos bajo los trenes, bajo los vagones.
Nadie pasa días y noches enteras en el estómago de un camión
alimentándose de hojas de periódico,
a menos que los kilómetros recorridos signifiquen algo más que un simple viaje.
Nadie se arrastra bajo las vallas, nadie quiere recibir los golpes ni dar lástima.
Nadie escoge los campos de refugiados o el dolor de que revisten tu cuerpo desnudo.
Nadie elige la prisión, pero la prisión es más segura que una ciudad en llamas.
Y un carcelero en la noche es preferible a un camión cargado de hombres.
Nadie podría soportarlo, nadie tendría agallas, nadie tendría la piel suficientemente dura.
Los “váyanse a casa, negros”, “refugiados”, “sucios inmigrantes”,
“buscadores de asilo”, “quieren robarnos lo que es nuestro”, “negros pedigüeños”,
“huelen raro”, “salvajes”, “destrozaron su país y ahora quieren destrozar el nuestro”…
¿Cómo puedes soportar las palabras, las miradas sucias?
Quizás puedas, porque esos golpes son más suaves que el dolor de un miembro arrancado.
Quizás puedas porque estas palabras son más delicadas que catorce hombres entre tus piernas.
Quizás porque los insultos son más fáciles de tragar que el escombro,
que los huesos, que tu cuerpo de niña despedazado.
Quiero irme a casa, pero mi casa es la boca de un tiburón. Mi casa es un barril de pólvora.
Y nadie dejaría su casa a menos que su casa te dijera que aprietes el paso,
que dejes atrás tus ropas, que te arrastres por el desierto, que navegues por los océanos.
“Naufraga, sálvate, pasa hambre, suplica, olvida tu orgullo, tu vida es más importante”.
Nadie deja su hogar hasta que su hogar se convierta
en una voz susurrando en tu oído diciendo: “Vete, corre lejos de mí ahora.
No sé en qué me he convertido, pero sé que cualquier lugar es más seguro que éste”

Warsan Shire

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